"¿Por qué no enviaron a un tribunal de ética a aquellos (colorados) que trabajaron para la dictadura y luego ocuparon cargos partidarios y de gobierno?", le pregunta Leonardo Costa a Julio María Sanguinetti en la carta de renuncia a la Convención Colorada.
"No abdicaré de mi derecho a opinar, aun en solitario, sobre aspectos académicos o incluso políticos del quehacer nacional y partidario", agrega.
Queda como 'raro' que el paladín de la libertad de expresión y de cuanta libertad pueda crearse, acuse una hemiplejia política como la que evidencia, y alimente la reacción censuradora que surgió espontáneamente cuando Costa dijo lo que se le ocurrió. Llegué a tragarme, por un momento, que esto era exclusivo de gerontes zurdos. Pero no.