lunes, 22 de octubre de 2007

La revolución desde las cuerdas


Daniel Viglietti no ha dejado de creer posible ‘el hombre nuevo’. De lo contrario –explica- no seguiría amplificando su voz. Aclara no obstante que no es algo tangible y acabado, sino “una hipótesis que se va desplazando”. Entiende que en pos de él hay que trabajar, pero de una manera “muy realista y concreta”.
El autor de A Desalambrar sostuvo, en una entrevista con Alternativa, que “no es posible enfrentar una lucha si no se tiene una gran idealización”, aunque reconoce que “a veces afloran otros elementos en el ser humano”, como “el egoísmo y el interés personal”, los que “se pueden meter en la ideología. Por eso hay que estar muy en guardia”.
Se refirió también a la fragilidad de la canción y a los que van “a hacer catarsis” escuchando o entonando estrofas revolucionarias. “Si alguno se está imaginando que con una canción, en un momento de catarsis, puede cambiar algo, eso es un absurdo”, enfatizó.
Siente como “un logro” que quienes escuchan sus canciones “se vayan con una chispita de inquietud”, incluso “aunque tengan una discrepancia”. La intención es que “les muevan sus esquemas psicopolíticos en algo”.
Para Viglietti es claro que no hay una revolución en el país, pero “sí hay una evolución y tenemos que ir trabajando por ponerle la letra ‘erre’”.
Afirma que el de las transformaciones es “un camino largo” y que se transitará “lento”, más que “los latidos del corazón que uno siente que reclaman otros tiempos”.

- Hace unos días, en un panel sobre Derechos Humanos que tenía como público a estudiantes terciarios, se destacó la labor de Roger Rodríguez, y ante el silencio se preguntó si lo conocían, ante lo cual el silencio se extendió. ¿Este tipo de situaciones, de qué son consecuencia?

- Creo que es producto de una brutal tarea de poda de información que hizo la dictadura, que quiso descerebrar el país. Podríamos decir que no lo logró, pero sí dejó heridas grandes, vacíos grandes, y en las etapas posteriores sabemos lo que han sido los gobiernos tradicionales en la continuidad para que una cantidad de cosas queden ocultas, sin aclarar, y en consecuencia la poca circulación de información masiva a través de los medios o el poco conocimiento masivo que tienen los propios periodistas que trabajan sobre esto. Esta información suele tener un campo de resonancia limitado.
El país entero puede votar la mitad más uno al Frente Amplio, pero la mitad más uno no está informándose de muchas cosas porque la mitad más uno es mucha gente. Muchas veces tenemos la ilusión de que está más expandida la información, pero nos estamos moviendo en un círculo que puede llegar a ser amplio pero no masivo.

- En una de las cartillas Nuestra Tierra que se editaron por fines de los sesenta, Roque Faraone se refería a la ‘anestesia dialéctica’

- Si!!, es una buena definición de Roque, una muy buena definición. Es un poco como esa canción de Leo Maslíah, Metamorfosis del príncipe ogro (*), por la transformación del sistema, de cómo va buscando vericuetos para disimularse, cambiarse, pero en el fondo sigue teniendo el mismo propósito adentro, que es desinformar, traicionar la verdad, ocultar y contribuir a la impunidad.

- Una dosis de realidad nos lleva a razonar que hoy ‘las masas’ están en sus casas mirando a Tinelli.

- Siempre ha existido la mediocridad de estos programas masivos que ejercen una gran presión, porque como no se logra modificar los parámetros con los cuales el público se maneja, ese circo -tengo gran respeto por la palabra circo, pero ahora la digo irónicamente- reaparece; volvemos a la metamorfosis: hoy es Tinelli, ayer fue otro. Es lo que el sistema y lo que las firmas comerciales promueven; es un gran trampero.
Estamos en una etapa en la cual algunas cosas pueden intentar modificarse en los medios. Hay algunas señales, pero creo que son insuficientes, excepto el trabajo en televisión de TV Ciudad, que me parece formidable y que dentro de un gobierno como el que tenemos, creo que es hora de que arranque su cable y sea proyectado por aire a nivel nacional. Me van a decir que estamos en una democracia representativa en la que hay una cantidad de subterfugios legales, acuerdos, decretos y una cantidad de cosas que hacen muy difícil pasar del deseo a la transformación, pero creo que el esfuerzo hay que hacerlo porque sino vamos a estar durante decenios atados sin poder hacer una transformación de fondo.
Sabemos que no hay una revolución en el país. Sí hay una evolución, y tenemos que ir trabajando por ponerle la letra ‘erre’, por ejemplo en los medios. En canal 5 hay pequeños gestos, cosas puntuales, pero hay que ir más adelante con todo eso, sin límites para ahondar el proceso.

- Pero con las masas mirando a Tinelli y con esa anestesia dialéctica a la que hacíamos referencia, ¿es posible ‘el hombre nuevo’?

- El hombre nuevo es una hipótesis, y es una hipótesis que se va desplazando. Yo no creo que alguien haya pensado al hombre nuevo como algo acabado, algo que se pueda tocar y decir ‘es así’. Es una hipótesis de trabajo. Cuando parece que va estar se corre o lo hieren, o lo desaparecen o lo mortifican para que no siga siendo hombre o mujer nueva, humano nuevo. Está siempre muy agredido por intereses principalmente económicos. Es un problema netamente económico, por el poder del dinero, el poder de la explotación que impide una rebelión de fondo.
Pero hay ejemplos en el mundo de que no se han salido con la suya. Un martirologio como el de Vietnam fue terrible, y sin embargo Vietnam venció. Me preguntarán en qué está Vietnam hoy, y sí, es difícil la situación allí. Es un largo laberinto. No sé cuántas generaciones hay que sumar para llegar a una situación planetaria -fijate lo que estoy diciendo- o, siendo más modestos, hasta una situación regional en América Latina.
En pos de eso trabajamos, creemos en eso, no de una manera religiosa sino muy realista y concreta, y los escarmientos han sido muy duros, pero no han logrado con los escarmientos detener la búsqueda del cambio. No hay que olvidarse de que el hecho de que la izquierda haya ganado en este país es histórico. Eso no es inocente de los sacrificios anteriores, de la gente que resistió en los cuarteles, en los penales, etc.. Todo eso alimentó alguna zona de la consciencia nacional que llevó un día a poner un papelito diferente en la urna. El trabajo debe continuar e insisto: debemos trabajar por la letra ‘erre’.

- ¿Qué poder de acción puede llegar a tener la música, el arte, en ese trabajo?

- Evidentemente si sigo haciendo esto es porque creo en lo que hago. En algún momento, de todos modos, durante el espectáculo hablo de la fragilidad de la canción. Es que si alguno se está imaginando que con una canción, en un momento de catarsis, puede cambiar algo, eso es un absurdo. La canción lo que hace es sensibilizar, emocionar y concientizar, todo eso junto. No es poco concienciar con emoción y con sensibilidad; es importante. Que una persona de la sala se vaya con una chispita de inquietud, o incluso que tenga una discrepancia pero que le mueva su esquema psicopolítico en algo, ya es un logro, una chispita; después vendrá la llamarada de la que hablaban Julián García y Jorge Salerno. Mientras hay que se muy cautos y trabajar con paciencia. El contratiempo ha sido muy grande entre la dictadura, la postdictadura, las dificultades de avance ahora para el progresismo, que también hay que encarar, lo que hace que pensemos en un camino largo, mucho más lento que los latidos del corazón que uno siente que reclaman otros tiempos.

- Hoy mencionabas a Maslíah, y hablando de estas cosas siempre se me cruza la versión de La Muralla, puntualmente cuando se presenta alguien que no se sabe quién es, ante lo cual hay que darle a elegir entre algo bueno y algo malo, y si elige lo bueno, se plantea irónicamente, ‘es un compañero’. Eso de ver a todo frenteamplista como ‘el bueno’ por el hecho de ser frenteamplista, ha sido en cierto grado un problema, ¿no?.

- Hay siempre una idealización. Hablando de la anterior etapa, no es posible enfrentar una lucha si no se tiene una gran idealización. Si se empiezan a medir con una regla de cálculo a lo lejos, los sufrimientos posibles y lo que puede ocurrir, no se mueve un dedo. Entonces es amor, una lucha de enamorados del cambio, de otra situación posible, y tal vez en eso el amor sea ciego, porque el amor idealiza mucho y empuja a luchar, a ser clandestino, resistir, prepararse para lo que puede venir y atravesar coyunturas sumamente duras. Pero es cierto que a veces afloran otros elementos en el ser humano, que es un ser muy complejo, y puede surgir el egoísmo y el interés personal, que se pueden meter en la ideología. Por eso hay que estar muy en guardia. Pero yo siempre digo que hay reservas y hay referentes de pensamiento, como Sendic, que es un referente, como una luz, una antorcha que permite iluminar un poco el futuro porque fue un tipo decente, un tipo decente fijate, un tipo honrado. No debe haber sido perfecto, no me interesa la perfección, por ella trabajaban los nazis, o creían en eso. Yo hablo de un tipo honrado, valiente, serio, linda gente. Todo eso ilumina, son ejemplos, no estoy hablando de un museo sino de un pensamiento que quedó, un pensamiento pícaro, astuto. Todo eso va construyendo un camino, como lo construyó el Ché, que era un tipo pícaro que decía ‘al imperialismo no hay que confiarle ni un poquitito’. Era un tipo con ternura, con humor. Así lo dejaron de solo, así lo traicionaron. Después vinieron las banderas.

- e.m.m

* NdeR: el título completo es ‘La leyenda de la metamorfosis perpetua del príncipe ogro’.