jueves, 1 de septiembre de 2011

Mi ilustre preferido

Danilo Arbilla es ciudadano ilustre de Florida. No está claro qué es ser ‘ciudadano ilustre de Florida’, pero Arbilla lo es. Lo decidió el intendente, Carlos Enciso, porque se lo propuso el director de Cultura, Alvaro Riva Rey, quien no oculta su profunda admiración hacia el ex director de Búsqueda. Tiene incluso con éste, o se supone en función de lo manifestado el día del reconocimiento, una relación de suma confianza. “Muchas veces lo tuve que consultar por teléfono, por dudas, por temor, por una angustia, o por una preocupación relacionada con el ejercicio de la profesión, y que Danilo Arbilla resolvía con una franqueza, con una honestidad, con una conducta y una ética que está por fuera de todo debate”, explicó Riva durante la ceremonia.

Arbilla es el segundo ciudadano ilustre. A Nené Piera se le otorgó la distinción también durante este período de gobierno, pero nadie se molestó, haya sido por indiscutible o por falta de oposición. Mas el mecanismo fue el mismo. Lo resolvió el intendente en octubre de 2010 y un tiempo después, en abril de 2011, se llevó a cabo.
En síntesis: justo o no, una cuestión tan subjetiva como entender quién merece y quién no un galardón así, queda en manos de una sola persona, o a lo sumo de dos, lo que lo hace más subjetivo aún. Va quizás más allá de un reconocimiento, sino de otorgar una distinción, un título, haciéndolo en nombre de una ciudad o un departamento. No existe impedimento a que así pueda ser, por lo cual no viola ninguna norma. En otros departamentos es necesario que sea aprobado por la Junta Departamental. En Florida no. No hay texto que diga que así tenga que ser, como tampoco que así no tenga que ser.
Se deduce que a Riva no le parece mal que uno decida algo así de manera tan subjetiva, porque incluso llega a pensar que como lo ve él, es como lo ve el resto de la comunidad. “Arbilla según Florida” tituló su diario, El Heraldo, cuando expuso los argumentos que llevaban al “merecido homenaje”, tal como lo definió el mismo medio.

Prefiero no ahogarme en la discusión sobre si Arbilla tiene que ser o no ciudadano ilustre. Ni siquiera quiero enredarme en el qué es ser ilustre. Me ocupa en todo caso que, resuelto así, sin un filtro previo del que participen varias personas, pueda ser no mucho más que saciar un placer personal, muy individual.

En todo caso, sirven como ejemplo los argumentos en los que se basan quienes se oponen a esta distinción, para ver que, aún en desacuerdo, pueden ser atendidos.
Arbilla fue director de Difusión e Información de Presidencia desde 1972, misma época en la que era secretario de redacción de Búsqueda. El 27 de junio de 1973, con el golpe de Estado, cuando muchos de quienes habían sido designados por confianza en democracia renunciaron a sus puestos porque se pasaba a una dictadura, Arbilla se quedó. Y se quedó hasta 1975. En esos dos años hubo 14 clausuras definitivas a medios, 157 transitorias, además de allanamientos a redacciones, secuestros de publicaciones, detención de periodistas y asaltos a la sede de la APU y su colonia de vacaciones.
Su retiro, en 1975, no necesariamente tiene que interpretarse como un alejamiento del “proceso”. Es que además de integrar la cúpula de Búsqueda, medio que recién sobre la década del 2000 comenzó a hablar de “dictadura” al referirse al gobierno nacional que fue de 1973 a 1985, Arbilla fue también editor responsable de la publicación “Hoy”, que le cantaba loas al gobierno y que hizo lobby a la “Operación Conserva”, a la que denominaba “Operación Coraje”. Es que “Hoy” pertenecía al grupo Alori, el cual a su vez es denunciado como el principal beneficiado de la “Operación Conserva” conjuntamente con un terrateniente arachán de apellido Arigón, y el entonces presidente Gregorio Alvarez. El trío Alrori-Arigón-Alvarez era conocido como “la triple A uruguaya”.

Pero pese a haber sido secretario de redacción de Búsqueda al mismo tiempo que dirigía Difusión e Información de Presidencia, tanto en democracia como en dictadura, la Intendencia destaca en su resolución que Arbilla “nunca se salió de la ruta de su profesión, aún habiendo sido reiteradamente tentado por varios gobiernos para desempeñar cargos públicos”. Es una interpretación compleja, fundamentalmente habiendo sido redactada por alguien que asumió en el gabinete municipal sin abandonar su condición de director del principal diario local, y que admite que su medio inicia campañas en función de “criterios adoptados por la intendencia”, como en el caso de la declaración de patrimonio departamental de algunos elementos del edificio del liceo 2.

Los argumentos que maneja la Intendencia tienen que ver, está claro, con el trabajo hecho por Arbilla en materia periodística, y su paso al frente de la Sociedad Interamericana de Prensa (órgano de empresas periodísticas). Tal vez son los mismos argumentos que llevaron a la anterior administración a tirar líneas para realizar una actividad en la que Arbilla expusiera sobre su materia, y a posteriori se le realizara un reconocimiento. Pero se chocaron con el desinterés del posible homenajeado.
Parece que es hora que Florida defina si tiene alguna distinción para otorgar, y que elija cómo tiene que resolver a quién se la otorga. De lo contrario, podrá convertirse esto en una carrera por reconocer lo que a cada uno le parece pero en nombre de todos, saciando placeres personales o pensando que según uno lo ve es “según Florida”.