Aunque admito que empecé por las de Jaime Yaffé, y así llegué a las suyas, con el tiempo me volví también adicto a las columnas de Marcelo Jelen en La Diaria.
Dado que soy bastante anacoreta y, como agregado, muy poco es lo que comento esas cuestiones en los mano a mano, en oportunidades llegué a dudar, durante un tiempo, si era uno de dos o tres que concuerda bastante seguido (no siempre, ni casi siempre) con algunos razonamientos 'alternativos' que expone Jelen frente al cartón del "recato republicano" o la aparente ortodoxia (hemipléjica) de varios 'compas', que no son otras que diferentes versiones de esquemas conservadores que suelen inundar de tinta la mayoría de los medios uruguayos, del perfil que sea.
A lo que me ha ayudado mucho Jelen (sin saberlo, claro está) es a confirmar que no siempre soy tan nabo cuando cavilo hacia determinados rumbos (o hacia más de uno, porque la ambigüedad también puede ser una opción). Por suerte con el tiempo he encontrado otros espécimenes que se han prendido, como yo, a esta pluma.
Cuando Jelen escribió 'Afuera', alguien me dijo que era una columna como para volantearla. Semanas después un amigo, que no tiene ningún tipo de relación con ese 'alguien', y desconociendo la opinión de éste, me comentó que había fotocopiado esa columna para regalársela a todos los que caían por su casa, que es una forma de volantearla.
Jelen suele hacerme acordar a Facundo Cabral cuando, en el preámbulo de 'Distancia', le plantea a su autor, Alberto Cortez:
- "todavía no entiendo como yo no escribí esta canción", recibiendo como respuesta:
- "creo que te la plagié antes de que se te ocurriera".
En efecto, en ocasiones he llegado a creer, durante algunos segundos, que Marcelo Jelen me plagia columnas antes de que se me ocurran. Después descarto la idea (apoyado también en palabras de Alberto Cortez -que no me gusta tanto como pueden llegar a suponer tras dos referencias- pero iugual así le agradezco mucho que me facilite con sus textos decir cosas como "Pudiera ser que supiera/ cómo decirle a la gente/ con una pocas palabras/ lo que pasa por mi mente. (...) Pudiera ser que pudiera/ si yo tuviera talento/ y el lirismo necesario/ para decir lo que siento".
El lirismo de Jelen me da la posibilidad hoy de ayudar a un acercamiento de explicación sobre lo que se me ha cruzado por la cabeza durante el 'escándalo' (¿?) de la foto de Daisy Tourné en la ducha. Y por lo visto somos varios. De no ser así, doy por descontado que la JSU ya había montado hace rato una movida del estilo "todos tenemos nuestra foto en la ducha" (que me la sacaría y la colgaría, adelanto). Pero no ha sido. Supongo que obedece, en gran medida, al choque de argumentos en los fueros más íntimos de cada cual.
Por eso, una vez más, gracias Jelen por el plagio pre ocurrencia.
Qué face para un book
por Marcelo Jelen, La Diaria, 16 de enero de 2009(*)
Quien engendre una página personal en redes sociales electrónicas como Facebook habrá comprado el derecho a husmear en la vida de los demás. El precio: exhibir algo de sí mismo. Mucho o poco, cada cual se lo regula. Algunos exponen su ideología política, su religión, su "situación sentimental" y hasta su número de celular y los detalles de su tarjeta de crédito. Otros no explican nada. O hacen un fill in the blanks con referencias cultas o chistosas. O escudan su imagen en personajes de historieta. O prefieren mostrarse en una borrachera grotesca a las cinco de la madrugada. O ni siquiera usan su nombre verdadero.Cada uno elige el aspecto que ofrecerá en Facebook. Como en el mundo material, casi nadie quiere quedar feo, idiota, ridículo o malo frente a los demás, a menos que le paguen muy bien por eso. Porque esos sitios son públicos, a pesar de las promesas de las empresas que brindan el servicio. No hay ninguna forma de comunicación en Internet que pueda considerarse privada, sea el e-mail, los foros virtuales, el chat o las redes sociales.Los que se mueven por esos espacios saben que en ellos se genera una atmósfera donde la realidad es opcional, elegida, nada cotidiana. En general, prefieren presentarse lo mejor posible, irreales pero lindos, diciendo whisky. Predominan las fotos playeras o nocturnas y con los vasos en alto, los retoques en Photoshop, las descripciones de "estado" en inglés, las listas interminables de libros y películas favoritas en el idioma original.El fin de semana, la ministra Daisy Tourné volvió de la playa, se refrescó en la ducha instalada en el fondo de su chalet rochense y su amiga Mela le sacó la foto, de los hombros para arriba y con sonrisa extática. A ella le gustó tanto que la publicó en su sitio de Facebook, así la verían sus casi tres mil "amigos", con la leyenda "no hay nada más auténtico que una mujer mojada". Una afirmación que cualquier feminista podría rebatir con facilidad. Una frase que Armando Bo no habría vacilado en incluir en un guión cinematográfico para Isabel Sarli.Nadie debería sorprenderse del revuelo que ocasionó la foto y el texto en prensa, radio, televisión y en despachos de agencias internacionales de noticias. Pero Tourné se ofendió con el "soplón" (el periodista del diario El País) "que roba material de acá porque no sabe escribir otra cosa". Y le reclamó "un poquito de ética de vez en cuando". "¡Qué triste rol! ¡Qué poquita cosa!", comentó. El razonamiento suena, por lo menos, insólito en alguien que les obsequió su estampa bajo la ducha a tres mil personas. Que no son todos amigos sino "amigos", así, entre comillas.La ministra no se enojó del mismo modo en noviembre, cuando La República le hizo eco a una noticia que ella misma publicó en su sitio de Facebook: la oferta de una torta de dulce de leche a un adicto a la pasta base de cocaína como condición para que iniciara un tratamiento de rehabilitación. Tuvo éxito.Tourné sabe que nadie "robó" su foto, pues la privacidad en las redes sociales, y en Internet en general, es un concepto vidrioso y relativo. Lo sabe no sólo porque es una figura pública, sino porque ella misma formó parte del puñado de uruguayos pioneros que solían chatear, con muchas dificultades y a través de medios muy primitivos, a principios de los años 90.El caso de la foto en la ducha reanimó el debate acerca del decoro de los funcionarios del gobierno y su apariencia ante la ciudadanía. Se volvió a mentar aquella frase sobre la mujer del César, que le ha servido a unos cuantos como excusa para parecerlo sin serlo, esta vez no referido a la honestidad sino a la imagen que "debe dar" un político. ¿No será mejor que se mostraran tal cual son?Pueden discutirse unos cuantos aspectos sobre la foto de Tourné. Si está linda o fea, si está desnuda o tiene la malla puesta, si alguien le está haciendo cosquillas, si se le está fijando bien el bronceado. Todo eso resulta nimio a la hora de calificar su desempeño como ministra o dirigente política. Pensar que sus subalternos la respetarán menos después de verla bajo la ducha equivale a suponer que los policías son idiotas.Se trata de una de las imágenes, secas o mojadas, más auténticas que se hayan visto en la "red Uruguay" de Facebook. Eso es mucho decir para un político de este país, e incluso para cualquier usuario del espacio virtual. Aunque nadie podría calificar de espontáneo el proceso que implica tomar una fotografía, grabarla en el disco duro de la computadora, publicarla y redactarle una leyenda.Espontáneo, no. Pelotudo, tal vez. Qué inhumano exigirle a una persona, ignota o célebre, que mantenga sin fisuras la compostura en todo momento de la vida. La pelotudez es un derecho humano, y también tomarle el pelo a quienes caen en ella.
* Ver página 2 del PDF