Alvaro Riva cada vez teme menos manifestar públicamente su admiración a Juan Justo Amaro. Independientemente de que quienes lo conocemos -poco más, poco menos- sabemos bien que no sería de su total agrado que se difunda masivamente su adhesión y admiración a la línea de pensamiento impulsada por el legislador colorado (en concreto: que Amaro es su orientador filosófico), las cerradas defensas que insistentemente se lanzan desde la página editorial de El Heraldo, la omisión hacia el caudillo en la acidez pesada de su columna 'Ruido Urbano' (que ha alcanzado sobre todo al FA y a Arocena) y la negativa de informar sobre los pormenores menos favorables de las gestiones de Amaro por donde anduvo, son elementos más que probatorios.
Recuerdo como pocos el editorial publicado el día siguiente a la presencia del nuevo directorio de OSE en Florida para informar sobre los criterios de gastos de publicidad de Amaro en la OSE, yendo desde el arranque con el título "¿A quién compró Amaro?". De ahí para abajo es sólo cuestión de imaginarse. Tanto fue lo que hizo, que una lista que apoyaba la candidatura de Amaro en Sarandí Grande publicó, en el periódico Punto y Aparte, a modo de publicidad (con los distintivos de la lista, etc) la editorial completa.
Leo la editorial de hoy de Alvaro y me recuerda a aquella otra. Entre diferentes comentarios, señala que "tal vez Amaro no debería haber tenido que comparecer ante ningún juzgado nunca", ni merece "un lugar en la bolsa de gatos" que es -desde su óptica- la ley del delito de abuso innominado de funciones. Dice incluso que ese delito "ha hecho que mucha gente caiga en la misma bolsa sin merecerlo".
Es genial. Hasta el momento El Heraldo (diario que -siempre digo- es imprescindible para Florida) no se ha enterado que Amaro cometió también el delito de fraude, según deja ver el fiscal Eduardo Fernández Dovat en su vista al juez Carlos García Guaraglia. Me llevó bastante tiempo elaborar un informe que explica uno por uno los delitos que se le imputan y se adjuntan los elementos que llevan a ver el porqué. Sé que Alvarito lo leyó, como también leyó lo de Pablo Carreño. Pero está claro que, independientemente de su atrapante discurso (que igual no le sirvió para conseguir los votos necesarios para llegar a ser edil cuando se candidateó por el Partido Colorado) lo fundamental es que Amaro salga bien parado, y que El Heraldo sirva como tutor. Baahh!!: él es el dueño y puede hacer lo que quiera, por más que los floridenses siéntamos parte de nuestro patrimonio común al medio que dirige.