miércoles, 6 de junio de 2007

Juan Justo y su escudo blanco

El Partido Nacional le dio libertad de acción a sus senadores para votar o no el desafuero a Juan Justo Amaro. La 'libertad de acción' fue utilizada para salir monolíticamente unidos los legisladores blancos, señalando que durante la gestión de Juan Justo en la OSE se dieron “severas irregularidades administrativas", pero que "de ahí a teñir las conductas con ilicitud penal o criminal hay un abismo conceptual”, según señala el informe que presentaron en la Comisión de Constitución y Código.
"No coincidimos con las conclusiones a las que llega el fiscal", dijo a la radio El Espectador el senador Carlos Moreira, basándose el y sus compañeros en "una serie de motivos que se expondrán en sala".
El Partido Nacional utiliza para su informe textos de Paolo Biscaretti di Ruffia, quien asegura que "la cámara no debe sustituir al juez", sino "comprobar con criterio exquisitamente político si tras la imputación no se oculta una persecución tras el parlamentario".
Paradójicamente se utiliza ese texto, cuando en el mismo informe se señala que para ellos "no hay delitos", sino "desprolijidades". Es decir: los senadores blancos no tomaron en cuenta la existencia o no de persecución política, sino que hicieron una valoración política para definir la tipificación o no de delitos penales. Lo hacen incluso cuando paralelamente en la misma causa se pide el procesamiento de un diputado nacionalista, sobre el cual también pesa el pedido de desafuero.
Pero en definitiva el escudo blanco con el cual se está protegiendo a Amaro, va un poco más lejos. Se extiende un poco más incluso de la venta de una figura de 'hombre honesto' que fácil es de negar (esta propia causa es un buen ejemplo), pero que en definitiva todos consumimos. Personalmente, si me apresuran a una opinión, de repente sostengo que Amaro no ha actuado necesariamente convencido de que lo que hacía era un delito o era éticamente incorrecto, sino convencido de que el de las gauchadas es el modo de gestión 'normal' y el único concebible. Legal le parece.
Amaro viene de una escuela vieja de la actividad política. La de la discrecionalidad en la función pública, donde si uno es presidente de un ente tiene superpoderes para hacer con el erario público lo que sea, rigiéndose en el 'ahora me toca a mí', 'la gente me eligió, así que puedo hacer libremente', lo que queda de manifiesto en el ingreso desmedido de funcionarios sin más criterio que el político partidario; y no se trata de funcionarios 'de confianza' ni 'contratos ocasionales', sino clavos para el Estado como los que hoy tiene la intendencia en Florida (especialmente metidos durante las administraciones blancas), que al momento de dar cursos a sus funcionarios nota que hay decenas que no han terminado la escuela y cientos que no fueron más allá de tercer año de liceo. Son los mismos que no saben qué hacer cuando se sientan frente a una PC, y son los mismos que destacan la figura de 'hombre honesto' de políticos como Amaro por haber tenido 'la sensibilidad' de colocarlos en organismos estatales, de 'dar trabajo' y de 'ser generoso'.
El escudo blanco protege mucho más que a Amaro. Protege todo eso de lo cual muchos uruguayos estamos cansados (muchos y no todos, porque para que sea efectiva la 'generosidad', alguien tiene que estar recibiendo con cierta complicidad).