Paré a saludar a un amigo que tiene un kiosco. Tenía abierta sobre una silla una revista cholula, no recuerdo si Caras o Gente. Lo mismo da. Sin querer me vi atrapado en una entrevista a Roberto Fontanarrosa. Sabía de su enfermedad (esclerosis lateral amiotrófica), pero no de la etapa actual. Una de las últimas referencias que tenía era una entrevista de Luis Majul en la cual decía cómo le dolía dejar de jugar al fútbol con sus amigos. Hace un par de meses Gabriel Sosa en la contratapa de QuéPasa escribió algo así como 'el adiós a la mano'. Me lo imaginaba caminando y con dificultades para mover sus manos, decidiendo por eso jubilarlas.
Pero lo que vi hoy me pegó. Para mí fue todo de golpe. Sentado por obligación en una silla de ruedas, claramente imposibilitado, sus manos 'tiradas' en sus rodillas y su cara que dice: 'no tengas lástima, porque me las arreglo'.
Intento arrancar con la entrevista. El periodista hace referencia a la necesidad de acercarle un vaso de refresco con un sorbete. Agrega otras imágenes. Me veo emocionalmente obligado a dejar de leer. Ya fue demasiado para un primer párrafo. Me paro y me voy.
Me hago las mismas preguntas estúpidas que uno se hace siempre en estos casos: ¿por qué en vez de él esto no me pasa a mí? Le dolería a varios menos. Tantas vidas de mierda que hay en el universo y se las tiene que aguantar Fontanarrosa. Es patético el azar.
Se me cruza la frase que alguna vez le escuché o le leí y que copio hasta el cansancio: "mi fracaso en el fútbol tiene dos explicaciones. Primero mi pierna derecha, segundo mi pierna izquierda".
Llegué y me puse a buscar algo un poco menos jodido sobre el negro. Encontré algo de revista Noticias de mediados de 2006 tal vez sea adecuado. Una entrevista en la que reconoce: "A veces digo: ¿cómo carajo puede ser que esté así, en silla de ruedas y no pueda ni caminar cuatro pasos? Llega un momento en que lo asumís".