lunes, 19 de mayo de 2008

No por mucho madrugar...

Me meto en un palo que no había explotado hasta el momento. Es que algunas cosas me obligan, independientemente de que no soy precisamente el más habilitado para achacar cosas así.

Según Espectador.com (uno de los sitios que más visito a diario, hay que decirlo), en Tacuarembó está amaneciendo a eso de las dos o tres de la tarde. No sé bien. Lo único claro es que entre las 8:30 y las 13:30 el sol brilla, pero por su ausencia.

martes, 13 de mayo de 2008

Adivine quién es la "fuente confiable" de Abdala

El País informa hoy que Washington Abdala le presentó al canciller Gonzalo Fernández datos concretos que desnudan la ausencia del embajador uruguayo en Italia, Carlos Abín, cuando llegó el pedido de extradición de Jorge Tróccoli. El diplomático se había ido de viaje a Barcelona, sin previo aviso, y volvió el día que vencía el plazo para presentar la solicitud ante la Justicia italiana.
Abdala dio a Fernández los datos de los días y hasta de los horarios de los vuelos en los cuales viajó Abín, elementos a los que accedió gracias a una "fuente confiable", según dijo.
La República también se ocupa hoy del tema, y apunta que el número dos de la embajada no le avisó a Abín sobre la llegada del expediente. El medio acota que ese número dos, Tabaré Bocalandro, pertenece al Foro Batllista, sector del cual es dirigente Abdala.

¡¿Quién será entonces 'la fuente confiable' de Abdala?!!!

El País (13/05/08) La República (13/05/08)
Ojaldre... tampoco hay que dejar de lado que el sumariante es Augusto Montes de Oca, que si es el mismo que yo pienso (al menos comparte nombre y apellido), es el hijo del homónimo y ya fallecido ex director Nacional de Puertos y ex intendente de Florida por el Partido Colorado.

Montes de Oca padre pertenecía al Foro Batllista. También su hijo, que en la década del 80', en las elecciones de ADELF (Asociación de Estudiantes Liceales de Florida) encabezaba una lista que, por cuestiones propias de las casualidades, se identificaba con un clavel rojo. Pero quizás se trate de otro doctor Augusto Montes de Oca...

lunes, 12 de mayo de 2008

Un buen comienzo

La relación de la izquierda -desde el poder- con los medios de comunicación, da para sentarse y desempolvar recortes y más recortes de desencuentros, comenzando por los dichos del excelentísimo señor presidente.
En una mesa redonda sobre "Libertad de prensa en Uruguay hoy", organizada por la ORT, el subdirector de la Secretaría de Prensa de Presidencia, Gustavo Antúnez, no temió indicar que muchos de los dirigentes de izquierda que hoy actúan en cargos de gobierno "vienen de una lucha viejísima con los medios" y no han logrado asimilar el nuevo escenario, en el cual son gobernantes y no sólo militantes o dirigentes. La mayoría -explicó- "no ha avanzado" ni se ha "desarrollado" en ese aspecto, "y tal vez no lo haga nunca".
Bien, reconocerlo desde casa es un buen comienzo.
Andrés Alsina y Gabriel Pereyra fueron los otros integrantes de la mesa, moderados por Leonardo Haberkorn.
Dicen que la del año pasado estuvo mucho, pero mucho más entretenida (ver tanto acá como acá). De todos modos, para los que no tenemos mucho más que algunas lecturas y contadas buenas tertulias en redacción, no nos viene mal -de vez en cuando- escuchar hablar al menos un rato.

martes, 6 de mayo de 2008

No pero sí

De esto hace ya una semana, o más, pero el trabajo no me ha dado tregua y quedó colgado. El caso es: la lista 62, tradicionalmente wilsonista, tuvo que anunciar su adhesión a la precandidatura de Luis Alberto Lacalle. Esto implicaría algunos movimientos internos, pues una agrupación tan policromática como la Manuel Oribe, que tras cada campaña con 'alianzas electorales' queda pipona de tragar dirigentes de todos los frentes de batalla del Partido Nacional, no va a conseguir fácilmente las unanimidades necesarias para alinearse detrás del ex presidente. Algunos (los Martínez, padre e hijo, por ejemplo) ya se habían comprometido con Vidalín, al tiempo que otros prefieren que la 62 vuelva a su senda wilsonista en la interna blanca y se coloque apuntando hacia el guapo.
Pero ése no es el caso. Lo llamativo es que la agrupación Manuel Oribe anunció que votará "a Lacalle pero no al herrerismo". Se me presenta de inmediato la imagen de una elección en un país europeo (Alemania, creo), donde la cosa se definía entre un candidato de la derecha y uno de la ultraderecha. Muchos izquierdistas, resignados, fueron a votar al menos peor. En una foto aparecía un ciudadano no muy joven con un cartel que decía, palabras más palabras menos: "Fulanito (refiriéndose al candidato) sepa que me vinieron náuseas y vomité cuando lo voté". No creo que haya muchos blancos a los que les den náuseas votar a Lacalle, que le sobra paño para ganarse el sufragio de los nacionalistas de todas las elecciones, pero al parecer los dirigentes de la 62 sí entendieron que a muchos de sus simpatizantes les podía dar náuseas el sentirse "herreristas". Tal vez se manejen con la experiencia de las internas del 2004, cuando también corrieron con el Cuqui.

Las cosas como son: Luis Alberto viene diciendo hace rato que pretende representar "mucho más que el herrerismo", y es que tiene claro que ése "nicho electoral" no va a tener muchos más clientes de los que ya tiene. Es más: la mayoría son clientes de él mismo más que del sector. Tal vez lo que más lo inquiete sea que sabe que, dentro del Partido Nacional, ya llegó a su techo de 'recuperados' de Alianza Nacional. Como la batalla grande se da en la centroizquierda del electorado (no perderse 'Al centro y adentro' de Jaime Yaffé) y el Cuqui no está dispuesto a empezar a vender a esta altura una imagen hacia ese lado, tiene claro que hay que "arrebatarle" gente a Pedro. Supongo que por eso ahora intenta diferenciarse: porque son demasiado parecidos y ambos caen bien en gente muy similar, aunque Luis Alberto sea incomparable (bien que quisieran muchos que hubiese un Cuqui de izquierda).

En esas vueltas se entiende perfecto por qué está hablando de 'un gran movimiento' y por qué le tira líneas a los 'ciudadanos colorados' que no saben si confirmarle la mayoría interna a Pedro o darle un poco más de utilidad al voto y acompañar a alguien que tiene bastante más posibilidades de llegar al menos a pelear la presidencia.

Así está el mundo. Entre los wilsonistas que votan al hererismo pero no quieren ser herreristas, y el Cuqui que no niega ser herrerista pero sabe que mejor es ser "mucho más que el herrerismo", surge el sublema Patria Nueva, que ya está registrado en la Corte Electoral.

Diga que se inauguró oficialmente la interna blanca, porque por el resto ya me estaba durmiendo.

sábado, 3 de mayo de 2008

Al fin y al cabo es un proyecto pedagógico

Este post me cuesta un poco más que el resto. Tengo que embocar la yema de mis dedos gordos en teclas que no alcanzan el centímetro cuadrado. Estoy escribiendo en una de las XO del Plan Ceibal. No lo hago por el simple hecho de hacerlo. Es un estúpido simbolismo por estar terminando un artículo que me encargaron hace algunas semanas sobre los cambios que notan padres y maestros en los niños desde que las laptops se pegaron a las manos de éstos.
Algunas conclusiones desde mi ignorancia: los escolares están mirando menos tele que cuando no tenían las PCs; se juntan al aire libre o en la casa de alguien no a 'hacer nada', sino a descargar juegos, navegar, etc.; parecen ser cada vez menos frecuentes las escenas en las cuales dicen no saber qué hacer; comparten y retransmiten cuanta cosa aprenden sobre la máquina, pero no ocurre exactamente lo mismo en cuanto a lo que aprenden con las máquinas; al tener que seleccionar (con la guía de la maestra) más de un material para abordar un tema marcado en clase, comienzan a analizar y a sacar sus propias conclusiones sobre las diferencias en datos e interpretaciones, lo que contrasta con la idea de la verdad única e inobjetable que nos transmitía EL libro utilizado para el año escolar; las computadoras no han afectado la asistencia a los clubes deportivos ni a los equipos de fútbol infantil; y, efectivamente, están leyendo más (como pocas veces se están leyendo entre ellos) y están escribiendo más, pero para nada lo están haciendo mejor.
El artículo es para la Revista de la Educación del Pueblo.

lunes, 28 de abril de 2008

Los entierros de mi inocencia

Cuando César di Candia quiso darle su primer beso al periodismo, recibió una bofetada. Había preparado un informe sobre la explotación a la que estaban siendo sometidos los trabajadores de un arrocera rochense. En su artículo describía hasta el mínimo detalle del sistema de vales de cartón que la patronal emitía para no dar dinero a los obreros, obligándolos a comprarle a la propia arrocera lo que necesitaban para sobrevivir.
El entonces aspirante a periodista conocía a un editor de un importante diario montevideano. Era el padre de un amigo suyo, por lo cual tenía un pie adentro del medio. Iba a arrancar con ese informe, que prometía tener repercusiones. Cuando cerró los ojos y acercó sus labios para vivir el momento mágico del primer beso, sintió cómo una mano explotaba en su mejilla. El padre de su amigo le explicó que aquella arrocera era anunciante del diario, por lo cual tenía que olvidarse de la posibilidad de publicar el artículo. “Ahí aprendí mi primera lección sobre periodismo: nunca escribas contra los avisadores del medio, porque esa nota no va a salir”, explicó Di Candia el viernes pasado, tras narrar la infortunada historia, en una tertulia organizada por el grupo de maestros jubilados José Pedro Varela de la ciudad de Florida.
Lo llamativo es que en ningún momento se manifestó resignado ante esa escena que, según contó más tarde, se le confirmó como regla en muchos de los diarios para los que trabajó. Dejó ver que fue sólo la desilusión del principio; supongo que después se acostumbró a la regla de tener que evitar temas, o simplemente datos, para no chocar con avisadores y evitar así la censura de los editores. Sumó anécdotas a la tertulia, dejando claro que no sólo era cuestión de empresas que publicitaban, sino también de personas “respetadas” por la dirección del medio para el cual se escribe. Entre anécdota y anécdota, justificó que ello fuese así, pues los medios no son empresas que vivan de caridad, sino que son eso, empresas, y como tales necesitan que les vaya bien en los negocios.

Di Candia no dijo nada que no se sepa, ni que esté fuera de lo que pueda catalogarse de real, pero igual así me sorprendió por cómo tiene internalizado el asunto, como si fuese un tema sensato, lógico. Le pregunté dónde quedaba la credibilidad del periodista si éste estaba dispuesto a no incluir datos relevantes en sus notas, o directamente a no abordar determinados temas para poder mantenerse en el medio. Se limitó a responder que durante los once años que estuvo en Búsqueda gozó de la más absoluta libertad para poner lo que quiso, y que incluso los editores se enteraban de quién era el personaje de su entrega el día antes de ser publicada la entrevista.
En el mismo tono, insistió más adelante que su experiencia le enseñó a no subirse a “caballos podridos” para no caerse, pero siguió sin referirse a ello como una valla para trabajar libremente, sino abordándolo como una condición laboral más a la que uno se somete sin objeción alguna, pues es una norma básica e incuestionable. Al menos así se percibió.
Y yo, que asisto seguido al entierro de mi inocencia, continué con otras preguntas, buscando convencerme de que aquello sólo era una mala interpretación mía sobre la concepción del prestigioso periodista. Pero no. Atento a que había comentado que los editores eran los que cargaban con el trabajo de no dejar pasar las notas que atentaran contra avisadores o “amigos” del medio, le pregunté sobre un editor en particular, sobre un defensor cerrado de la libertad del periodista para escribir sobre quien sea y sobre lo que sea (siempre y cuando maneje datos veraces). Le pregunté si ahí no había un caso donde el periodista se podía sentir tranquilo para elegir el tema y obtener datos. Me dijo que sí, que “puede ser”, pero que así le había ido a ese editor por “hablar más de lo que podía hablar”. Es “brillante” –dijo-, pero “no entendió” que contra algunos “no se puede” escribir, y narró a grandes rasgos el hecho que alejó al periodista en cuestión del último medio para el cual trabajó como editor.

Tuve después la oportunidad de un mano a mano con di Candia. Fue ameno y fugaz. Hablamos un poco más sobre esto último. Le expliqué que como lector quería ver a ese editor trabajando, pero siendo como son las cosas, lo prefería fuera de los medios, porque es una señal de que se mantuvo defendiendo y reclamando las libertades básicas para trabajar y ser creíble. Reconoció que es admirable (si bien no lo dijo, dejó claro que lo veía como un ‘romántico’), pero siguió justificando la situación tal como está planteada, con la libertad de empresa por encima de la de expresión y de información.

El viernes no lo terminé bien. Andaba, como otras tantas veces, arrastrando el féretro de mi inocencia, como mi amigo que estudiaba su mayor vocación, Derecho, y un día fue a consultar a un conocido abogado sobre cómo se dirimía un caso hipotético, y el profesional lo despertó que eso lo acordaban los patrocinantes “por afuera”, lo que “siempre fue así y seguirá siendo así”, por más que choque contra las normas morales y hasta con las jurídicas. Es –supongo- la realidad innegable, pero no única ni justificable.