Aparente deuda por aportes monetarios establecidos por el Estatuto deja a Giachetto sin candidatura a la presidencia del FA
Tal vez sin quererlo, el liderazgo que el FA local no admite y su titular no termina de asumir, resultó herido este fin de semana.
Pero al mismo tiempo la coalición de izquierdas dio uno de sus mejores impulsos en el último lustro. Todo puede ocurrir simultáneamente.
Hay autores que defienden la idea de los partidos políticos como colectivos que se institucionalizan para aspirar a cargos. Suena duro, pero en los hechos los partidos son tales para poder someterse a elecciones y aspirar a ocupar espacios de poder. La aspiración de acceder al gobierno departamental parece inevitablemente ligada, para el FA local, a la figura de Juan Francisco Giachetto. No hay otro dirigente de su envergadura en aspiraciones electorales para la izquierda vernácula.
Culturalmente a los militantes de corte sesentista de la izquierda uruguaya les cuesta asumir que pueden estar sometidos a liderazgos. Por lo variopinto de la génesis del FA, quizás; por tener esta fuerza entre sus sectores a históricos partidos de masas, tal vez; por concebir la realidad desde una perspectiva aparentemente horizontal (pero que termina idolatrando a Chávez o a Fidel, que, claro, están lejos y afectan a otros), a los frenteamplistas por tradición, que son los que terminan haciendo su cuerpo dirigencial, el que no se amilana ni huye ante horas y horas de reuniones, plenarios y discusiones, les cuesta aceptar que, en la lógica de partidos formados para aspirar a cargos, un líder puede ser alguien de quien se dependa en un altísimo porcentaje en términos electorales desde la estructura hacia fuera.
Más complejo es que se acepte que ese líder sea quien llegó a una candidatura a la Intendencia , y ganó, desde una ‘aspiración política naciente’. Si bien pudo existir conexión previa con el FA, Giachetto, en los hechos, un día salió de su trabajo para ser candidato, sin ser un cuadro de la estructura ni contar con su carnet de ‘militante que la pasó mal durante la dictadura y que se comió horas y horas de reuniones y comité’. No. Él salió de la radio, caminó por Barreiro una cuadra y media, y pasó a ser el candidato más importante que haya tenido el FA local en toda su existencia. Y asumir que ése, así, pueda ser un líder, para el frenteamplista de corte sesentista es cosa complicada. Peor aún cuando, en los hechos, Giachetto demostró no ser ‘orgánico’, algo que resulta obvio si se toma en cuenta que no proviene de la orgánica.
Sin embargo, alcanza con entrar a una reunión de frenteamplistas y ver las caras de esos dirigentes cuando Giachetto habla. No hace falta pintarle al ex intendente un haz de luz ni pasar a parábolas su prédica. Las miradas perdidas, los ojos brillosos, las cabezas inclinadas como suspendidas en un clima de divinidad, surgen por ellas mismas y hacen a la escena.
La conexión ideal no ha sido posible porque, además, a Giachetto le ha costado asumir ese liderazgo, alimentarlo y regarlo. Se ha cuidado de los vicios de la exposición diaria quedándose en su lecho, descansando, lo que es necesario, pero no puede ser eterno.
Fraternidad Frenteamplista Floridense (3F ),más acostumbrada a la lógica de los partidos ‘profesionales electorales’ que a la de los ‘burocráticos de masas’ que pululan en las aguas de la estructura del FA, planteó que Giachetto sea candidato a la presidencia de la fuerza en el departamento. El apoyo del resto sería innegable, pero la valla llegó desde punto más inesperable: una deuda. Un reclamo que, por impulso de un sector, desde Finanzas del FA le hacen por lo que entienden es una deuda en sus aportes porcentuales a la retribución como intendente, terminó por hacer “bajar” en la Mesa Política el nombre del ex jefe comunal como precandidato. Igual así 3F insistió el día del Plenario, y puso en un brete a todos. Pero luego de una dilatada y acalorada discusión, la propuesta volvió a caer.
Tras esto, nada será lo mismo. La conexión ‘posible líder-posibles liderados’, que de por sí venía compleja, salió herida.
Pero paralelamente el FA se ganó un partido a sí mismo. El candidato elegido es una potencial solución al mayor problema de la coalición como oposición de turno: la carencia de interlocutores válidos, de peso, con una imagen respetable desde fuera del FA, con un mensaje político claro y sólido, y con capacidad de conducción.