Puede parecer contradictorio, pero no. Da la sensación que la falta de una oposición sólida está terminando por complicarle la interna al intendente Carlos Enciso.
Con un Frente Amplio que, contadísimas excepciones, sufre una absoluta carencia de interlocutores válidos y de peso en la agenda local; con la ausencia de una estrategia colectiva y pegando la mayoría de las veces de manera desordenada y en puntos donde si no se es penetrante se corre el riesgo de parecer Pulgarcito queriendo derribar a trompadas a un elefante, el actual intendente pasó su primer año de gestión casi sin inconvenientes. Incluso en la “compulsa telefónica” que realizó CW33 La Nueva Radio, que aunque carezca de rigor científico tiene como respetable antecedente darlo por vencedor por un apretadísimo margen en mayo de 2010, el jefe comunal se acercaba al 90% de aprobación. Y no debía extrañar. Una serie de medidas tangibles y de alcance popular, así como un transitar sin los obstáculos que pueden surgir a través de medios de comunicación hicieron de esa aprobación algo verosímil.
Un año y medio después de haber asumido, Enciso tiene un 67% de aprobación, ahora sí rigor científico mediante, más concretamente de Equipos Mori. Y es de los mejores del país ese nivel, lo que confirma que lejos ha estado de maremotos, aunque sí ha tenido que enfrentar algunas olas, pero que en definitiva no llegan a desacomodarlo. Claro, no muy distinto era el nivel de aprobación de Juan Francisco Giachetto tras el segundo año de mandato. Llegaba al 60%, y en 2010 perdió. Parece imposible pensar hoy que Enciso corra la misma suerte, aunque queden más de tres años de gestión. Tiene el principal diario local, que tradicionalmente ha marcado la agenda vernácula, empapándose por momentos en las aguas del boletín partidario, y con su director jugando partidos simultáneos en las dos canchas (con un puente que suele conectar una con otra de manera casi constante); y por otro lado es notorio que, aunque en una realidad muy diferente a la de El Heraldo, la radio de mayor alcance es campo más fértil para que siembre y coseche Enciso que Giachetto.
El FA la tiene complicada. Por cómo está parado hoy como oposición, carente de conducción, con escenas hasta infantiles en ámbitos públicos de sus cúpulas formales; sin aquel viento absolutamente a favor del medio que aún se relacionaba a Giachetto en 2005; sin el propicio escenario del novel triunfo a nivel nacional y el mayor nivel de rechazo a los partidos tradicionales, se hace muy difícil pensar que el FA pueda quitarle la Intendencia al PN. Máxime en un departamento donde el piso electoral blanco postdictadura es muy alto.
Parece contradictorio, pero no. Ese panorama ‘cómodo’ está terminando por agitar las aguas internas del partido de Enciso. Su sector parece agrandarse cada vez más dentro del PN, pero alimentándose de blancos. Como consecuencia se van desgajando las otras corrientes. Además los dirigentes han comenzado a ver prácticas más corrientes en épocas del anterior gobierno nacionalista en Florida y a las cuales hasta el momento Enciso venía recurriendo más escasamente: ediles que renuncian a la Junta para pasar a cuadros del Ejecutivo; familiares de curules que ingresan a la Intendencia; y por ende un mecanismo de ‘neutralización’ que si no se ejerce con paridad hacia todas las facciones, termina por hacer imposible el mantener la estabilidad de sus cuadros.
Incluso para agregar algunas olas, parece sumarse la campaña electoral de ADEOM, gremio al que se le ha escapado algún disparo inesperado, aunque parece claro que es transitorio y que ha apuntando a actores sin peso político para que tampoco pueda resultar un boomerang.
Un día antes de partir hacia Italia, Enciso me confirmó que no se darían “grandes cambios” en su gabinete. Incluso dejó entrever que variantes de “nombres” no se darían, sino de “lugares” donde estos se encuentran.
Parece lógico que Enciso entienda que no es momento de “prescindir” de nadie, si lo que se quiere es no ayudar a agitar más las aguas. Sin embargo, parece también momento de que la interna sienta quién lidera y quién tiene la sartén por el mango.