Tengo varias puntas por donde arrancar, pero voy a ir descartando por hoy. Podría hablar de unas charlas con un par de trabajadores de la Zona Franca Florida acerca de las denuncias de persecución sindical hechas a través de El Heraldo, que metí como recorte en este blog. Pero como el caso merece más tiempo y oxígeno, lo dejo para luego.
Podría hablar del regreso a los posts de Pablo Alfano, pero me ocuparé más tarde.
Ahora sólo quiero hablar de esta tarde, de una charla espléndida, de esas que me van a quedar hasta que de una vez por todas y para siempre me toque palmar.
Invitado por Oscar Larroca, disfrutamos de un rato laaaargo (hace unos minutos pensaba que habían sido como dos horas, pero no me dan las cuentas. Fue bastante menos, aunque haya parecido un día entero), de un rato laaaargo, decía, con Alfredo Casero en el café San Rafael, en Cuareim y San José.
Cha cha cha, Capusotto, Guani "Alma" Dos Santos, los muchos Alfredo Casero que andan en The Experimendo, los fracasos mal medidos a corto plazo, los éxitos individuales que pasan desapercibidos, y un sin fin de lotes más, nutrieron la charla que a través de letras se hará pública en el número tres de La Pupila.
Demasiado despelote el gordo, que tiene bastante claro que a veces alcanza, como cuando Bart decía "yo no fui", hacer o decir lo que se le cante para que alguien suelte una carcajada, porque es Casero y nada más, y eso le despierta la duda de si en realidad valía la pena decirlo, si merecía ser dicho, de "por qué tanto causa en ellos y a mí tan poco".
Demasiado despelote el gordo, que habló de budismo, de los aires sesentistas, de budismo, de las mañanas campestres, de más budismo y de los comediantes brillantes, como Guani o el Bambino: es que la realidad supera la ficción.