Juan Amaro Cedrés acusó de "delincuente" y "corrupto" al fiscal Eduardo Fernández Dovat, el mismo que pidió el procesamiento de su padre, el ex presidente de OSE y actual senador Juan Justo Amaro. Fue tan vehemente como sorpresivo. Pareció -a simple vista- un acto kamikaze tamaña acusación, pero igual así la hizo y la reiteró en cuanto medio fue posible. No obstante, aunque era de esperar una actuación inmediata del fiscal por el daño que esas acusaciones pudiesen haber ocasionado a su figura, Fernández Dovat la evitó, lo que se transformó en una segunda movida sorpresiva continua en una misma partida.
A raíz de este escenario, alguien bastante versado en cuestiones legales me explicó que si el fiscal actuaba ante los insultos de Amaro Cedrés, en la causa de Amaro padre se daría por descontada una recusación desde la defensa, en virtud de que había nacido una clara enemistad entre el representante de la Justicia y el acusado. El fiscal no contestó con actuaciones, y deshabilitó así la posible jugada.
Ahora Leonardo Morales y Julia Staricco parecen dispuestos a intervenir sobre las acusaciones de Juancito, pero ya es harina de otro costal.
En síntesis: lo que en un momento pareció un exabrupto kamikaze de Amaro Cedrés, bien puede interpretarse como una jugada estratégica que, con no mover en consecuencia, Fernández Dovat volvió nula.