viernes, 9 de marzo de 2007

Esa cosa tan de siempre

Manuel Flores va a morir,
eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gente.

Y sin embargo me duele
decirle adiós a la vida,
esa cosa tan de siempre,
tan dulce y tan conocida.
Borges
Es el primer corte del primer disco del Darno, que conservo en régimen de préstamo desde hace al menos cinco años. Mi viejo me había comprado, en mi adolsceencia, El Trigo de la Luna (en caset), a través del cual el autor me despertó acerca del arte de prestar sin que retorne. No me quejo mucho, ya que el receptor hace poco tiempo fue elegido mejor director de Murgas, y hoy en día sufre los coletazos de uno de los peores asaltos de un jurado a un conjunto de húsares de Momo. Quiero suponer que ese préstamo ayudó a que el músico en cuestión conociera algo más de la obra del Darno, y por ende siento que ayudé, de algún modo, a que sea quien hoy es. Es el consuelo del bobo, pero a mí me resulta fantástico, antes que llamarlo por teléfono y preguntarle si tiene un caset que le presté hace doce o trece años.

El caso es que, por el mismo método de adquisición, hoy disfruto yo de Canción de Muchacho cuantas veces quiera al día. Milonga para Manuel Flores, Corazón Coraza, Los Ojos, Alicia Maravilla y otras, son trilladas casi que buscando igualar el récord que ha de haber establecido Desconsolados 2 cuando tenía El Trigo de la Luna.

Siempre me resultó mágico. Lo comencé a digerir ya maduro. Recuerdo en el Teatro 25 de Agosto cuando fuimos, exactamente, sesenta personas. Lo trágico es que la entrada costaba diez o veinte pesos. Cosas de la aldea.

El Darno es de lo que más me mueve sólo con un par de estrofas. A veces dudo de la poesía, que es la mejor excusa para silenciarse frente a una canción. Dudo de ella y acuso a la voz del Darno que vuela ahí adentro.

A todo esto: ayer de mañana escuchaba a Villegas y me enteré que se murió el darno... duele casi como si morirse no fuese una costumbre, ¿no?


A propósito de la portada de Canción de Muchacho, Ramiro observó un día que, cuando me pierdo entre la chaqueta de cuero que me hizo Julia y la gorra que me regaló el abuelo, la cara gorda y la barba casi exclusiva de la papada me hacen el doble del Darno en su primer disco. Sólo ahí y con todas esas vueltas.