miércoles, 23 de febrero de 2011

Yo soy borracho
Hace algunas semanas me tocó ser el responsable de la parrilla. Ajena la parrilla, ajeno todo, pero anfitrión al fin y al cabo. Para el fuego disponía de un montón de diarios entre los cuales, mezclados, sobrevivían varios ejemplares de El País Cultural. Los salvé para leerlos tranquilo días más tarde. El salvataje me permitió dar con una nota de Rosario Peyrou acerca de Vinicius de Moraes, de su vida diplomática, de sus inicios "conservadores" y de cómo comenzó a orbitar en un sistema del que, a la postre, terminó siendo 'fundador'.
Dejo link a la nota, pero adelanto un párrafo en el que se cuenta cómo tomó Vinicius la noticia de su destitución de la diplomacia brasileña, solicitada por el propio 'presidente' Artur da Costa e Silva. "El acto institucional No. 5 que cumplió la orden del dictador, justificaba las destituciones en el caso del Ministerio de Relaciones Exteriores como una medida moralizadora para purgar el servicio público de "corruptos, homosexuales y borrachos". Según contó Marcelo Dantas, Vinicius se enteró de su destitución en Buenos Aires y amigos que fueron a recibirlo al aeropuerto de Río, lo vieron descender del avión con una botella de whisky levantada en un puño, diciendo, para disipar malentendidos: -Eu, sou bêbado! (¡Yo, soy borracho!)"
La nota también hace mención a la génesis uruguaya de A Felicidade.

Con Marindia en el sol
A través de El Tunguelé, mientras esperaba a salir al aire, escuché por primera vez la versión de Por Ejemplo que Gustavo Ripa interpreta en su disco Calma.

Calma, absolutamente.


Enlazado
Yo quería ver Cisne negro. Pero siendo de a dos, uno tiene que ceder. Motivos sobraron. Ganó Silvana que ya venía con ganas previas de ver Lazos de sangre, y como las nominaciones a estatuillas pesan en los afiches, no opuse mayor resistencia. El resultado, una película entretenida y dura, que destila violencia sin mostrar más que uno o dos golpes (sí muchas secuelas), y una historia contada sin la necesidad de grandes locaciones, ni de los actores más taquilleros para que llegue sin dar golpes bajos (o al menos sin dar demasiados). No la vi como 'La' película de la que he escuchado hablar más que bien por estas horas, pero me resultó efectiva. Apunto además el condimento de abordar la problemática de adicciones y comercializaciones por fuera de un recinto casi exclusivamente integrado por jóvenes (que es la imagen que se vende en un 99,99% de las películas).
Pero por sobre todo me refrescó un tema inacabable y que por estas horas había retomado por el lado de la publicidad: el de las superproducciones derrochonas para hacer algo pedorro como hizo Lipton (no quiero imaginar cuánto cuesta contratar a Hugh Jackman y traerlo a Uruguay; hacer desembarcar todo un equipo de producción; contratar decenas y decenas de extras, etc), frente a buenas ideas que con un par de actores (desconocidos, o por lo menos lejos de Hollywood) consiguen aplausos con los pies, como es el caso de la pieza 'GPS' de jugo BC.