lunes, 1 de octubre de 2007

¿Antel premia el hacé la tuya?

Escribo sobre caliente. Vengo de hacer una consulta en Antel, donde la atención en el área para éstas siempre he destacado como cordial y formal, dos características que por algún motivo suelen estar divorciadas en otras dependencias estatales.
Una funcionaria que en todo caso tendría razones políticas para no hacer más que lo indispensable cuando he estado del otro lado del mostrador, me ha atendido en más de una oportunidad de tal modo que he llegado a pensar que Antel bien podría ser su negocio particular, pues responde hasta la más insistentes de las preguntas y detalla cuantas veces haga falta las caracterísiticas de un producto, dando la sensación que sufre la pérdida de cada cliente y se beneficia con el arribo de uno nuevo. Quizás por ahí va el asunto: ve a 'clientes' y no a 'usuarios'.
Tal vez mal educado por esta funcionaria, como por otras y otros notoriamente competentes y pacientes que me han tenido que soportar preguntando y dudando sobre lo que voy a hacer, llegué hoy sobre las 16:40 a realizar una consulta puntual. Retiré el número y me senté a esperar, al lado de alguien un poco más joven que yo. Cuando estábamos cerca de las 17, alguien de la casa entró y retiró un número para internarse en las oficinas, intercambiando saludos con los que, me di cuenta, eran sus compañeros de trabajo. Recién ahí el que estaba a mi lado cayó en la cuenta de que era necesario disponer de uno de esos tiques seriados para ser atendido. Fue y sacó uno del rollo, es claro que uno posterior al del funcionario, que a su vez tenía uno posterior al mío. Pensé lo que, se me ocurre, cualquier ser humano tendría que pensar ante una situación similar: el pibe está antes que yo, así que, pese a no haber sacado número, merece ser atendido antes. Le di mi 66, me lo agradeció, y me quedé con el suyo, el 68. El 67 era el del funcionario.
Llegó el turno de la que había sido mi cifra. El pibe fue, evacuó sus dudas y siguió de largo.
Cuando terminó ya me vi venir lo que pasaría, me dijeron que habían terminado con la atención (porque claro, el número del funcionario, el 67, fue sacado sobre las 17, y todo posterior no corría). Le expliqué lo ocurrido y de mi acto de sensatez (tan mínimo que ni clasifica para ser considerado 'solidario')... pero le importó poco tanto el hecho como haber estado esperando desde las 16:40, hacía ya más de media hora.. La funcionaria que tuve en desgracia me dijo que si era una consulta me la evacuaba, pero que no iba a hacer ningún trámite. Su mensaje era una suerte de "mirá que te estoy haciendo un favor"; todo lo contrario al que transmiten sus compañeros, y en especial la que tiene motivos políticos para no darme más que las respuestas indispensables pero sin embargo piensa en 'clientes' y no en 'usuarios'.
Cuando iba por la mitad de mi consulta la que me estaba haciendo el favor me tiró una respuesta, se paró y se fue a otro escritorio de la oficina, para realizar otros trámites. Le pedí que me diera su nombre y me fui, caliente como es lógico pensar. Salí cavilando acerca de si son situaciones así las que convocan al 'hacé la tuya'. En este caso: si el pibe se olvidó del número, que se joda.
Por lo que he dicho en estos párrafos (por los 'buenos funcionarios') sigo convencido que el Estado puede perfectamente 'competir' en calidad de atención con empresas privadas, pero lamentablemente siempre hay ejemplos como la que hoy me tocó en desgracia para que los afanes privatizadores se alimenten, aún de intrascendentes porquerías como las que cuento.